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Yo también me despido de El Día de CLM, desde Toledo

Ültimo ejemplar de El Día de C-LM.

Si, hoy es un día triste. El Día de Castilla-La Mancha mañana ya no estará en los quioscos, ni en las barras de muchos bares. “Mi periódico”, y creo que puedo considerarlo como mío también después de casi 24 años formando parte de su plantilla, se ha quedado sin voz. Yo me quedé sin ella cuando un ERE,  y un concurso de acreedores, me la sesgó allá por el mes de septiembre.
Hoy, casi seis meses después, se me agolpan los recuerdos, las reflexiones, los sentimientos y una lágrima amarga recorre el tiempo que  me ha tocado vivir dibujando un surco en el que la indignación y el agradecimiento se van abriendo paso a empujones.

    Me indigna que un medio de comunicación, ya sea El Día o cualquier otro, tenga que cerrar sus puertas no únicamente por las crisis, que también ha contribuido a su muerte, sino además por el “acoso y derribo” que ha venido sufriendo en estos últimos tiempos por parte de los poderes públicos. Algunos pensarán que se “lo ha ganado a pulso”, pero me pregunto qué medio hoy en día no está posicionado hacia un lado u otro. Dicen que la pluralidad hace a una sociedad libre, que la libertad de expresión es uno de los valores de la democracia… déjenme que me ría o, al menos, que esboce una sonrisa picarona. Hoy ningún medio es libre al cien por cien. No hace falta que exponga de qué pie cojea cada uno y me circunscribo al ámbito regional, donde las servidumbres aún son más evidentes.

    Y El Día quizá ha pecado de eso, de demasiadas servidumbres -¿quién no las tiene?- para luego recibir el mismo pago de unos y de otros. A los que apoyó, que ahora se rasgan las vestiduras lamentando su desaparición y a los que quiso apoyar pero ya fue tarde y que ahora, me imagino a estos últimos, se estarán frotando las manos porque han conseguido su propósito, que Santiago Mateo “muerda el polvo”. Y me quedo corta con la expresión sabiendo de otras que han circulado por determinados foros.

    Estoy segura de que muchos  -incluida la competencia y lógico, por otra parte, en un estado de libre comercio- se estarán riendo a carcajada limpia. ¿Me equivoco?

    Quizá también hayamos cometido muchos errores, y me incluyo por la parte que me toca o me ha tocado, pero eso no justifica que se “asfixie” a un medio hasta el punto de hacerlo desaparecer del mapa informativo; en papel, porque El Día continúa adelante con su edición digital. Eso sí cobrando, aunque poco, a mi juicio craso error en los tiempos que corren y con infinidad de digitales, web y blogs de lectura gratuita.

    Así las cosas, y amparada en la libertad de expresión que defiendo también a ultranza, utilizo mi plataforma, TOLEDONEWS, para difundir mi carta de despedida. No me la han pedido, pero no necesito que lo hagan. Mi voz ahora es libre.

    Seguramente, llegados a este punto, algunos esperarían un análisis “más canalla”; sobre todo, teniendo en cuenta que después de casi 24 años en El Día, en distintas facetas en su edición de Toledo y “pariendo” el también desaparecido Día de Ciudad Real , mi crónica tendría otros tintes después de una salida dramática y, por qué no decirlo, poco ortodoxa. Nada más lejos de mi realidad, no pienso hacer leña del árbol caído ni morder la mano que me dio de comer. No es de ley.

    Lamento, y mucho, la situación a la que nos vimos abocados  y aunque no niego que a lo largo de estos seis meses si me he hecho “mala sangre” en algunos momentos; lo cierto es que hoy, echando la vista atrás, solo puedo decir que durante un cuarto de siglo El Día ha sido mi casa, mi familia, mi apoyo, mi sustento. Compartimos penas y alegrías, trabajamos casi de sol a sol en los primeros años, sufrimos cuando las cosas se torcían y nos abrazábamos si el resultado era satisfactorio. Luchamos mucho juntos y eso, Ana, Santiago, o viceversa, no se puede olvidar.

    Y sí, tengo más agradecimientos. A Carlos Iserte y Javier Semprún por lo que me enseñaron de la profesión y de la vida y a todos los compañeros que a lo largo de estos años han compartido conmigo la difícil y a la vez apasionante tarea de informar. Como han sido muchos, no en vano El Día ha sido siempre “escuela de periodistas”, desde aquí os traslado a todos sin excepción mi más sincera gratitud.  

    Hasta pronto, nos vemos en las redes.

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