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LA NOVELA NEGRA EN TOLEDO

Santiago Sastre Ariza
Iniciamos la sección con Santiago Sastre Ariza (Toledo, 1968), poeta, doctor en Derecho y licenciado en Ciencias Religiosas, profesor de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de Toledo y Académico correspondiente en la Real Academia de Bellas Artes y Ciencias Históricas de Toledo desde 2009.  Ha publicado cinco libros de poesía: La escucha silente, Zoom, La tierra transparente, Dentro y El reloj de Gulliver. Es coautor de la novela juvenil Craco y el Greco (2010) y del estudio histórico Raíces históricas de san Juan de la Cruz (2011). En 2010 coordinó la antología poética Zocodoversos. Poetas en Toledo. Ha sido colaborador de El Día de Toledo.



 Por Santiago Sastre
El pasado miércoles fui invitado, con otros escritores que habían publicado en la editorial El Ledoria, a una presentación y a una mesa redonda al festival de novela policíaca “Getafe negro”. Asistió poquísimo público: Pelé. Melé y media manta, como dice mi suegra. Pudo más que a esa hora jugaba el Real Madrid, había un homenaje a Kafka moderado por Lorenzo Silva y, además, la situación climatológica no acompañaba, pues hacía muy mala tarde (llovió mucho).
          
     Lo mejor fue coincidir con muchos amigos, charlar con ellos y, después, tomar unas cañas hablando de lo humano y lo divino (obviamente sobre todo de lo primero). La corriente narrativa que representa la novela negra está en auge. Mucho se discute sobre su definición. Yo creo que debe tener los siguientes ingredientes: 1) La presencia del mal (ya sea un crimen, un secuestro o una violación, por ejemplo). 2) La intervención de alguien (por ejemplo un detective privado, un policía o un guardia civil) que trata de resolver el problema. 3) Una buena dosis de realismo social o de crítica social. La presencia del mal supone dar cuenta de la realidad a través de una visión fotográfica resaltando la convivencia entre el trigo y la cizaña, y aprovechar para ejercer la crítica, pues no vivimos en el mejor de los mundos posibles. La novela negra saca a la luz también la negritud con la que convivimos en nuestras sociedades contemporáneas (fraude, paro, crisis, delincuencia, fracaso escolar, etc.) Con estos ingredientes la novela asume una estructura típica de planteamiento, nudo y desenlace que engancha y entretiene al lector.
   
    Lo que sucede es que la novela negra admite varios enfoques: una visión más sucia, más terrorífica, más de ciencia ficción, más deductivista (como la de Conan Doyle), más de intriga (Agatha Christie), etc. No se trata de un género monolítico. Ahora con la crisis este subgénero está en auge. ¿Por qué? Porque quizá encaja más con la realidad social que vivimos, pues se trata de una narrativa realista, donde se destaca el papel del mal, de la crítica, de los problemas. Y quizá por eso tiene una afinidad más acentuada con la crisis que vivimos ahora, donde se cuestiona la política, la economía, la religión, los valores, todo. Como todo lo vemos un poco negro quizá pueda ayudarnos leer una novela de ese color que nos anime a reflexionar o a entretenernos en mitad de este hundimiento del Titanic al que asistimos en primera línea de playa.
            
     El hecho de que este año ganara Lorenzo Silva el premio Planeta es, sin duda, una buena noticia para los amantes de la novela negra. Eso significa, por un lado, que Planeta ve en una novela negra la aquiescencia del mercado, es decir, que sabe que tendrá el respaldo de los lectores. Por otro lado, se trata de un apoyo ya no sólo comercial sino de contenido, en cuanto la obra de Silva (protagonizada por los guardias Bevilacqua –su nombre se le ocurrió al escritor al escuchar que se llamaba así un atleta que participaba en una prueba deportiva mientras veía la televisión- y la sargento Chamorro) es una novela que encaja al dedillo en el género negro. Y se trata de una serie, que se inauguró en 1998 con la maravillosa El lejano país de los estanques, que tiene una indudable calidad y cuenta con muchísimos seguidores, entre los que me incluyo.
           
    Lorenzo Silva ha estado dos veces en la librería Taiga de Toledo. La primera vez vino a la presentación de su libro “La reina sin espejo”, organizada por el club de novela negra, y la segunda a hablar sobre la historia de la Guardia Civil (que plasmó en su estudio “Sereno ante el peligro”). En las dos sesiones, celebradas en una sala rebosante de público, puso de relieve su humildad (nada de esa chulería o altivez que aqueja a demasiados escritores) y su talento. Ahora se cumplen los 40 años de la aparición del detective Pepe Carvalho en la obra de su autor, Manuel Vázquez Montalbán, que también ganó, como Silva, el premio Planeta con su célebre novela Los mares del Sur en 1979.

    Pues bien, el club de novela negra Taiga ha organizado un encuentro-puzzle en el sentido de que no ha mandado para leer una novela, sino que cada miembro leerá un libro de la serie protagonizada por Carvalho (a mí me ha tocado Los pájaros de Bangkok) para exponer entre todos la evolución y las características del detective a lo largo de todas las obras. Según me ha comentado el coordinador del club, después de la sesión en la librería nos iremos a tomar un arroz con bogavante para celebrar esta efeméride con un detalle culinario. El otro día pregunté en clase si algún alumno conocía a Vázquez Montalbán (tenía más de cien alumnos) y ninguno había oído hablar de él. Me pareció muy triste.
           
    Por tanto, la novela negra se ha quitado por fin el muerto de ser un género menor o de quiosco y ha pasado a gozar de la talla literaria que merece. Hay muy buenos cultivadores de este tipo de novelas.  Y su éxito en el momento actual tiene mucho que ver con la proximidad con la que vivimos su enfoque y con su propuesta de enganchar la atención del lector desde el principio. Habrá que esperar que salga el deseado libro de Silva que lleva por título “La marca del meridiano”. Y será una oportunidad de oro para que venga por tercera vez a la librería Taiga auspiciado por el club de novela negra.



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