LEY MORDAZA
El tercer miércoles de cada mes, un grupo selecto de ejecutivos
de Wall Street se reúne secretamente en algún lugar del Midtown de
Manhattan. Con seguridad, estos oscuros encuentros guardan relación
con el mundo de las finanzas, con los grandes bancos y el mercado de
derivados, el "capital golondrina" como estos denominan a
las idas y venidas descontroladas de acciones y capital, con el
capitalismo de casino y la especulación a escala planetaria.
Quienes el tercer miércoles de cada mes conspiran en contra del 99% de la población mundial, pueden estar tranquilos: en España hay un Gobierno que vela por sus intereses y trata de poner sordina a la desesperanza.
Pese a todo, la inteligencia y voluntad popular siempre han sabido responder a leyes mordaza como esta que comentamos. Lamentablemente, al pueblo español le sobra experiencia en estas lides.
En paralelo, la
ciudadanía asiste atónita a cómo, día a día sus necesidades e
intereses están siendo diezmados, y el empobrecimiento, la
desigualdad, o el recorte de sus derechos laborales se han convertido
en una macabra rutina a la que muy pocos creadores de opinión
prestan atención.
Mientras tanto en España, el bienio negro del Gobierno Popular se
ha saldado con un paquete de medidas económicas y políticas muy del
gusto de los ejecutivos de Wall Street. Lo que de manera eufemística
se ha denominado como Proyecto Reformista, no ha sido otra cosa sino
la suma de enormes recortes de derechos y un serio destrozo al Estado
del Bienestar. La consigna no puede ser más cruel: es necesario
vuestro sufrimiento para volver a la senda del crecimiento.
Pero como sucede en todos los ámbitos de la vida, nada es lo que
parece. Quienes gestionan nuestra educación, la sanidad o el
bienestar social, no pueden evitar que entre tanto recorte surjan
voces de descontento, colectivos rebeldes hastiados de tanto engaño,
de corrupción sin castigo, de atracos perpetrados desde las más
altas instancias del poder político, financiero y empresarial.
En todo este tiempo de la conocida como Crisis Financiera o Gran
Recesión, han surgido voces insumisas, nuevas expresiones de
contestación social que han salido a la calle para hacer visible su
malestar. El 15-M, STOP-Desahucios, Mareas representativas de
colectivos profesionales amenazados por la privatización y la
pérdida de empleo, dos Huelgas Generales convocadas por los
sindicatos de clase, etcétera.
En general, todo un conjunto de colectivos ciudadanos que no están
dispuestos a permanecer en silencio, y observar como sus derechos
básicos son cercenados por un Gobierno que se muestra magnánimo con
los poderosos y cruel con los débiles.
Para mantener el orden, para silenciar todas estas voces, el
Partido Popular ha ido tejiendo toda una serie de normas
administrativas e incluso penales, destinadas a intimidar y reprimir
todo atisbo de rebeldía e insumisión ciudadana.
Sanciones económicas desproporcionadas sobre quienes tengan la
osadía de agruparse para pitar o abroncar a un cargo político,
identificaciones policiales arbitrarias, en ocasiones chulescas y
provocativas por parte de algún miembro de las fuerzas de orden
público, detenciones, acusaciones ficticias por desórdenes públicos
o resistencia a la autoridad; todo un conjunto de medidas represivas
cuya culminación será la aprobación de la Ley de Seguridad
Ciudadana.
Bajo una supuesta
defensa de la "mayoría silenciosa", el PP ha ido capeando
el temporal atribuyéndose esa "mayoría" para minimizar el
seguimiento ciudadano a determinadas convocatorias. Curioso argumento
éste si consideramos que la mayoría absoluta del PP en las
elecciones generales de 2011 se obtuvo con cerca de 11 millones de
votos, sobre un total de 24,5 millones de votantes.
Pero dejémonos de
artificios, el tándem formado por Fernández Díaz – Ruiz
Gallardón ha creado un marco legislativo a actuaciones policiales
que hubieran sido intolerables unos años antes. En solo tres años
329 personas han sido detenidas en el transcurso de manifestaciones
pacíficas, algunas de ellas con lesiones muy graves producto de las
cargas policiales. El número de infracciones administrativas
previstas en esta Ley pasan de 39 a 55; el mero hecho de grabar o
difundir imágenes de las actuaciones policiales podrán ser
consideradas delito, mientras las sanciones - si no se cambian-
pueden oscilar desde 30.001 hasta 600.000 euros.
Como bien han sostenido los abogados del Colectivo de Juristas
Andaluz, la propuesta de reforma de Fernández Díaz es una suerte de
reedición de la Ley de Vagos y Maleantes aprobada en los años 30
del siglo pasado y ampliada durante el franquismo.
Si este proyecto de Ley como es de esperar próspera, el PP creará
una gran mordaza para acallar a una ciudadanía a la que se pretende
permanezca sumisa y resignada frente a los desmanes de una política
económica que cada vez más le empobrece.
Quienes el tercer miércoles de cada mes conspiran en contra del 99% de la población mundial, pueden estar tranquilos: en España hay un Gobierno que vela por sus intereses y trata de poner sordina a la desesperanza.
Pese a todo, la inteligencia y voluntad popular siempre han sabido responder a leyes mordaza como esta que comentamos. Lamentablemente, al pueblo español le sobra experiencia en estas lides.
Antonio
Navarro Escudero
Miembro
de la ejecutiva regional de CCOO CLM
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