El SEPE "pone a dieta" a los parados de larga duración
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Oficina del SEPE en Toledo, antiguo INEM, en la Bajada Castilla-La Mancha de Toledo. |
Sin lugar a dudas creo que vivo en un mundo paralelo. Al menos así me lo parece viendo que mi realidad no está en el mismo plano que la de otros que parecen vivir en el paraíso. Y he llegado a esta conclusión después de conocer un caso que me ha dejado atónita, perpleja, confusa y no sé que más adjetivos, calificativos y verbos emplear.
Pero entrando en materia, y para no dar mas vueltas y marear al personal, paso a contarles una historia real como la vida misma y similar a las miles que viven y sufren otros muchos miles de ciudadanos. Me refiero a los parados de larga duración que el Servicio Público de Empleo (SEPE) ha decidido "poner a dieta".
El caso concreto que relato lo ha vivido, y lo está sufriendo, una víctima de esas políticas que nos están sacando del pozo... me gustaría que las palabras en momentos así pudieran desprender sonidos para que pudierais oír mis carcajadas.
La víctima en cuestión estaba acogida al Programa de Renta Activa de Inserción, la conocida como "ayuda de los 426 euros". Nuestro sistema le concedía un año y otro prorrogable, le dijeron, si antes no había sido capaz de volver al mercado laboral. Es decir, entendió que después de un año de percibir la ayuda si no encontraba trabajo podría solicitar de nuevo la prestación.
Y empleo en ese año, a pesar de sus esfuerzos, no ha encontrado.. "Buscamos otro perfil", le dicen.
Ante tal panorama y cumplido ya el año vuelve a las oficinas del SEPE en Toledo y allí le dicen que "verdes las segaron". Vamos, que ya no tiene derecho, que tiene que pasar otro año, otros 12 meses, otros 365 días, para volver a solicitarla, porque la "ayuda" es un año si y otro no.
Los ojos se le abren como platos, ya no sólo por la perplejidad, sino porque de un momento a otro las lágrimas pueden aflorar... y no quiere llorar. Hay demasiada gente en la sala.
Cuando le pregunta a la funcionaria de turno que "de qué voy a vivir mientras tanto", ella simplemente le contesta: "son las leyes" y añade, "vuelve dentro de un año, si no has encontrado trabajo".
Nuestra víctima se levanta cabizbaja y emprende su salida, la mente se le queda en blanco, no acierta a pronunciar palabra. Sale de aquella sala, en la que cada uno lleva su cruz, derrotada, hundida, humillada. Sí, humillada, porque se siente un despojo, un residuo marginal de un sistema que le está empujando al precipicio.
Cuando sale de aquella oficina y ve a su compañera aún, al menos, conserva el humor. ¿Qué te han dicho?, le pregunta ella. "Que me ponga a dieta un año", le contesta él como si saliera de la consulta del endocrino.
Como decía, yo tengo que vivir en otra dimensión, en esa en la que cada día los comedores sociales tienen que ir aumentando sus raciones, en la que la organizaciones como Cáritas o los Bancos de Alimentos siguen demandando solidaridad, en la que la Sanidad, la Educación, la Dependencia o los Servicios Sociales se están desmoronando...
...Yo no estoy en el mismo plano que la señora Cospedal.
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